Wednesday, April 30, 2008

DUARTE





Juan Pablo Duarte y DiezFUNDADOR DE LA NACIONALIDAD DOMINICANA
¡Vivir sin patria, es Io mismo que vivir sin honor!

MONOGRAFIAS.COM

Breve reseña de la vida del Independentista de la Republica Dominicana.
La familia Duarte estaba constituida por los padres, Juan José Duarte Rodríguez, nacido"en la ciudad de Veger de la Frontera, en la provincia española de Cádiz y Manuela Diez y Jiménez, natural de Santa Cruz del Seibo, y siete hijos: Rosa, Francisea, Filomena; Sandalia, Vicente, Juan Pablo y Manuel.
No se sabe la fecha de llegada a Santo Domingo de Juan José Duarte, pero se supone que fue en la última década del siglo XVIII, pues e1, 4 de octubre del 1799 aparece como padrino del niño José Ramón Alvague en el registro de la Iglesia de Santa Bárbara, de esta ciudad. Máximo Coiscou Enríquez considera que debió emigrar cuando Toussaint Louverture invadió la parte española y tomó posesión de la ciudad de Santo Domingo. Al producirse la Reconquista regresó al país. "Este retorno tuvo que ser después de Agosto de 1804, pues para entonces residía en Mayagüez, Puerto Rico, donde ha debido nacer su hijo primogénito Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado constancia de ello". "Del matrimonio de Juan José Duarte y Manuela Diez no hay tampoco constancia; pues eu los libros parroquiales de la Catedral y Santa Bárbara hay sensibles vacíos. Cabe suponer que ocurriera en Puerto Rico, pues debió ser para algo de la vida civil el testimonio que dieron, a petición de Doña. Rufina Jimenez Benítez (madre de doña Manuela), los ciudadanos Magistrados y Oficiales Municipales de la villa del Seibo a 18 de abril de 1803". El padre de Duarte era corrtrario a Ios haitianos y a propósito de esto Jose Gabriel Garcia relata lo siguiente: "Don Juan Duarte, padre del caudillo,que inició los trabajos. revolucionarios que dieron por resultado Ia creación de la República Dominicana, fue el único comerciante catalán que se negó a firmar el escrito que sus compatriotas dirigieron a Boyer .Hombre de conciencia recta y de sentimientos puros, no quiso asociar su nombre a un acto censurable; y al proceder con tanta nobleza e hidalguía, anticipó al heredero de sus virtudes la gloria de sacrifcar mas tarde su porvenir por dar a sus conciudadarios una patria que, pródiga para con todo el mundo, solo para con él no ha usado de largueza ni favores".
EI progenitor de Duarte apoyó las actividades patrióticas de sus hijos, Vicente y Juan Pablo, y a este último le facilitó una habitación del local de la ferretería que poseía para que iristalara en elIa una escuela, y el 29 de Julio del 1843, vendió una casa de su propiedad para ayudar económicamente a Juan Pablo que en esa ocasión era víctima de la persecución haitiana.
La madre de Duarte fue una mujer de grandes virtudes que se identificó moralmente con sus hijos y compartió plenamente con ellos sus triunfos. y sus fracasos. El padre de Duarte murió en la. ciudad de Santo Domingo eI 25 de Noviembre del 1843, estando Duarte ausente del pais y su madre en Caracas en el 1858, durante el destierro que le impuso Santana, en unión de sus hijos.
Vicente Celestino Duarte nació en el 1802 probablemente en Mayaguez. Desde muy joven se dedicó al comercio maderero, a la venta de reses y los negocios de tienda en San José de los Llanos. Clemente Sosa, que lo conoció en su ancianidad dice que "tenía la mirada de hombre inteligente y bueno" y que era "muy entendido en todo" . Adoctrinado en política por su hermano Juan Pablo fue de los fundadores de La Trinitaria, y cuando la persecución de Charles Herard permaneció oculto en el este. En el 1843, en unión de Fco. del Rosario Sánchez, le dirigió una misiva a Duarte en la que recursos para la lucha revolucionaria aunque fuera "a costa de una estrella del cielo". Cuando Juan Pablo le envía a su familia la célebre carta en la que le proporie la venta del patrimonio que ésta ha recibido a la muerte del padre, Vicente Celestino acon onseja a sus familiares acceder a la petición del Apostol, y logra ser escuchado. Vicente Celestino participó en la sublevación del 27 de Febrero del 1844 y formó parte de la comisión que intervino en la capitulación de las autoridades haitianas. En el I844 Santana lo deportó a los Estados Unidos y de allí pasó a Venezuela aI cabo de dos meses. En el 1848 retornó al pais acogiéndose a la amnistía que dispuso el Congreso Nacional en favor de los febreristas. Del 1854 al 1856 Vicente Celestino vivió en Los Llanos dedicado a sus negocios. En el 1857 fue nombrado diputado a la Asamblea Revisora de Moca, que reformó la constitución en sentido liberal. Cuando se realizó la Anexión se marchó a Caracas, donde se reunió con Duarte, y luego regresó a la Patria en el 1864, en compañía del Apostol. El 23 de Abril del 1864 es designado pagador de las tropas restauradoras en Bermejo. Y en el ataque· restaurador a San José de Los Llanos mereció el elogio de Luperón por su valor. Pasó los últimos años de su vida en Los Llanos, donde era muy querido y respetado, y allí falleció habiéndose perdido el recuerdo de su tumba. Juan Pablo, aunque no era el primogénito, logró convertirse en el personaje principal de la familia; siendo apoyado y secundado por sus padres y hermanos, en todas sus actividades patrióticas y políticas.
Cuando Duarte tuvo que marcharse al extranjero en el 1843, su padre puso el negocio a nombre de su hijo Manuel y de su nieto Vicente María Duarte, hijo este último de Vicente Celestino. Ambos le servían de auxiliares y se encargaban de llevar las cuentas, y hacer los cobros Manuel era entonces un joven de 18 anos, que aunque probablemente fuera debil de cerebro, lucía normal, como lo prueba el hecho de ayudar a su padre en las labores mencionadas. Pero cuando en el 1845 se vió obligado a acompañar a la familia en el destierro, perdió la razón y estuvo demente muchos años. Cuando sus hermanas Rosa y Francisca se disponían a regresar al pais, invitadas por el Gobierno Dominicano, tuvieron que desistir de tal cosa porque Manuel se negó a volver a su Patria y sus hermanas no quisieron dejarlo abandonado. "Ni aun en su demencia quiso Manuel Duarte volver a la tierra de donde fue arrojado con tal siniestra saña, que le hizo como a Juan Isidro Pérez, perder la luz de la razón". Existe otro procer en la familia Duarte al que no se le ha dado la importancia que merece. Se trata de Enrique Duarte hijo de Vicente Celestino. No sabemos con seguridad la fecha de su nacimiento, pero como sus padres se casaron en el 1822 debió de haber nacido en el 1823. Iniciado en la política por su tío Juan Pablo, al igual que su padre, se convirtió en un valioso colaborador de ambos y en un ferviente patriota. En el 1843 ayudó a Duarte en sus trabajos conspirativos en Venezuela. . En el 1844 participó en el consejo de familia que conoció de la petición de ayuda económica hecha por Duarte. En ese mismo año actuó en la sublevación del 27 de Febrero y acompañó a Eusebio Puello en las operaciones de la toma de la aduana y del puerto. Posteriormente fue desterrado a los Estados Unidos junto con su padre, y de allí pasó a Venezuela, donde acabó sus dias.
Rosa fue una gran admiradora y colaboradora de su hermano. Y de ella dice Jose Gabriel García: "Mujer de talento natural y de virtudes sobresalientes, supo conservar hasta el fin de sus días en estado de pureza, todos los sentimientos nobles y delicados que le inculcaron sus padres con una educación esmerada; habiendo rendido siempre un culto especial al que entre sus deudas era don natural: el patriotismo, que no pudieron mitigar en ella, ni la justicia de los hombres, ni el rigor del infortunio. "Es fama que nunca llegó a maldecir a los autores del perpetuo destierro a que se vió condenada. con su virtuosa familia, ni aún en los momentos de mayor angustia, ni en medio de las mayores zozobras; siendo de notar que sólo alzó al cielo las manos virginales con que ayudó a hacer los cartuchos y a confeccionar las balas que se usaron en el pronunciamiento de la Puerta del Conde, para bendecir los triunfos nacionales y dar gracias a Dios por la conservación de la existencia de la República, objeto carísimo de sus encantos y desvelos" De los Duarte el único que formó familia fue Vicente Celestino. Los demás murieron solteros. Rosa Duarte fue la prometida de Tomás de Ia Concha y de ella se dice que prefirió acompañar a su madre en eI destierro antes que casarse con su prometido. De Francisca, Filomena y Sandalia diremos que la primera acompañó a su hermana Rosa hasta que la muerte se la llevó de su lado, en el 1889, y que al año siguiente la siguió a la tumba. De Filomena no tenemos. ninguna información, y de Sandalia, la menor, diremos que falleció muy joven, probablemente a principios del I844; porque según Rosa participó en el consejo familar que se celebró en ese año.
El 19 de Marzo del 1845 Santana expulsó del pais a la familia Duarte. Aludiendo a esto dice el fundador de de La Trinitaria: "...Supe que se habían expulsado algunas familias, y que como Rivier el año anterior; en el presente mi familia que se componía (porque los rnayores de 25 años estaban desterrados a perpetuidad) de mi anciana madre, cuatro hermanas, la mayor apenas contaba con 16 años, y cuatro niños el mayor de trece..." Refiere Rosa: Duarte que "cuando el Sr. Arzobispo Dr. Tomas de Portes, eI Pbro. Dr. Bonilla, Don Francisco Pou y otros preguntaban a la Junta Suprema la causa por qué se desterraba a una respetable anciana con sus niñas, amenazándolas en el pasaporte con que si no embarcaban el Gobierno se veria en el caso de emplear medidas coercitivas (?) Bobadilla les contestó: "Ellas fabricaron balas para la Independencia de la Patria, con más razón no escasearán medios ni recursos para la vuelta del hermano que lloran ausente". ¿Por qué eligió la familia Duarte a Venezuela y no a Puerto Rico, Cuba o Curazao, que eran lugares más cercanos?... Porque la madre de los Duarte tenia familares en ese pais que podrian ayudarlos en el destierro. El 6 de Abril del 1845 Duarte se reunió con su desterrada familia. Veamos, a. continuacion, como nos describe el encuentro con ella y el comentario que hizo al enterarse de los sucesos: "Abracé a mi querida madre y hermanos en la Güaira y legué a ese Dios de justicia el castigo a tanta iniquidad, a tanta maldad...". Con la ayuda de su negocio el padre de Duarte adquirió una modesta fortuna que situó a su familia dentro de la pequeña burguesía de su época. Parece que entre los comerciantes de la ciudad de Santo Domingo gozaba de una buena reputación, de la que se hace eco Duarte en la carta que le dirigiera a su familia desde Curazao en el 1844, ya que en ella menciona el ilimitado crédito de su padre.
La situación económica de la familia Duarte en Venezuela parece haber sido bastante buena del 1845 al 1867 porque Rosa Duarte en el 1865 compró una casa en Caracas, que diez años después vendió, y el propio Duarte al hablar de las diligencias que realizara para venir a la Patria, en el 1864, dice: "...a mi vuelta a Caracas vendí una casita en mil cien pesos::." Y en una acta notarial del 1867 aparece Duarte comprando una casita en Caracas. Parece que a partir del 1875, cuando los quebrantos de Duarte se agravaron, la situación económica de su familia se hizo sumamente mala. El Prócer pasó un año en lecho y con tal motivo sus hermanas tuvieron que hacer grandes sacrificios económicos y contraer deudas. Todavía en el 1879, o sea, tres anos despues de la muerte de Duarte, le decían al Ayuntamiento de Santo Domingo, en carta que le escribieran a éste, que "aun no habían podido pagar los gastos de su última enfermedad y entierro..." En el 1883, José Prudencio Diez, tío de las hermanas Duarte, se dirigió. al Congreso Nacional en solicitud de ayuda para ellas, alegando que se encontraban "solas en tierra extranjera, sin abrigo y sin pan, rodeadas de las sombras de la miseria con un hermano menor a quien el horrible golpe del 44 que hirió gravemente a toda la familia hizo de él víctima especial privándole del uso de la razón". En Agosto deI 1884, o sea, ocho años después de la muerte de Duarte, el Congreso Nacional dispuso que se les asignara a las hermanas Duarte, que ya eran unas ancianas, una pensión vitalicia de 45 pesos mensuales y se les diera la suma de dos mil pesos fuertes para que compraran una casa en Ia ciudad de Santo Domingo. Las ancianas Duarte agradecieron en eI alma el favor que se les hizo, pero no pudieron disfrutar del mismo porque al negarse Manuel, el hermano demente, a retornar a Santo Domingo, ellas como ya se dijo, prefirieron quedarse para no dejar desamparado en Venezuela a su desgraciado hermano. Cuando en el 1884 el Ayuntamiento de Santo Domingo envió una comisión a Caracas para traer a la Patria los restos del Patricio, esta comisión pagó las deudas de las las hermanas Duarte y en el recibo que le entregaron a la comisión se expresaron así: "Obligadas por las circunstancias e impulsadas por nuestro imprescindible deber, (aunque con pena) les manifestamos que éramos deudoras al Sr. Marcos A. Guzmán de la cantidad de seiscientos pesos sencillos que nos había suministrado para atender a los muchos gastos que por espacio de un año tuvimos que sufragar en la asistencia de la penosa enfermedad y mas después en el entierro de nuestro hermano el General Juan Pablo Duarte (Q.D.E.P.). En virtud de nuestra manifestación los honorables diputados del ilustre Ayuntamiento de nuestra patria en su nombre y representación de nuestros conciudadanos nos ofrecieron y entregaron dicha cantidad mas arriba expresada, la que nosotras altamente reconocidas aceptamos, y con la cual hemos pagado al Sr. Marcos A. Guzman, la sagrada deuda contraída por nosotras en el penoso y luctuoso lapso que tuvo por término vernos arrebatar (cuando menos lo esperábamos) el único bien que nos quedaba en la tierra. Con la muerte de Manuel Duarte en el 1890 se extinguió la familia del Apóstol habiéndose legado a la posteridad un vivo ejemplo de patriotismo, abnegacion y templanza.
No quedaría completo este estudio de la familia Duarte si omitiéramos a sus tíos maternos Mariano y José Prudencio Diez, que ayudaron generosamente a sus sobrinos en diferentes formas. Mariano Diez nació en Santa Cruz del Seibo el 24 de Septiembre del 1794. Se trasladó a Caracas muy joven y allí vivió varios años. En el 1844, cuando Duarte fue a Caracas ayudó a su sobrino en sus actividades patrióticas. En el 1844 regresó al país trayéndole a la Junta Central Gubernativa una cantidad de dinero que como donativo voluntario le remitieron varios dominicanos residentes en V enezuela. . Duarte comenta así lo anterior: "Y mientras yo rendía en mi inicuo destierro gracias a la Divina Providencia porque me habia permitido ver transcurrir el año sin menoscabo de esa independencia tan anhelada; en mi ciudad natal santificaban tan memorable día los galos cubriendo de sangre y lutos mis amantes lares arrastrando cuatro nobles víctimas a infando suplicio".
El Apostol permaneció algunos días más en Saint Thomas donde parece que se enteró de la expulsión de su familia y de la resolución de ésta de irse a residir a Venezuela porque se marchó a dicho país, el 6 de Abril de 1845 se reunió con ellos en el puerto de La Güayra. Todo parece indicar que Duarte volvió a Saint Thomas, por última vez, el 28 de Junio de 1864, para entrevistarse con Melitón Valverde, nombrado por el Gobierno Restaurador, al igual que él, Ministro Plenipotenciario de la Republica ante los gobiemos de Venezuela, Nueva Granada (Colombia) y Perú. Duarte permaneció esta vez varios días en Saint Thomas, y después de hacer algunas diligencias, se trasladó a Curazao a continuar sus gestiones diplomáticas. Saint Thomas ocupa un lugar señero en el via crucis de Duarte y es posible que en más de una ocasión rememorara los amargos momentos que pasó en esa tierra que fuera testigo de su desesperacion y su impotencia, al ver la Patria en manos de los enemigos de su Independencia.

Juramento Trinitario
En el nombre de la Santísima, augustíisima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y e implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana; la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos, encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales:
Dios, Patria y Libertad.
Asi lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja: y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición si los vendo
La Independencia Nacional Siendo la Independencia Nacional la fuente y garantia de las libertades patrias, la Ley Suprema del pueblo dominicano es y será siempre su existencia política como Nación libre e independiente de toda domina- ción, protectorado, intervención e influencia extranjera, cual la concibieron los Fundadores de nuestra asociación política al decir el 16 de julio de 1838, DIOS, PATRIA Y LIBERTAD, REPUBLICA DOMINICANA, y fué proclamada el 27 de febrero de 1844, siendo, desde luego, asi entendida por todos los pueblos, cuyos pronunciamientos confirmados y ratificados hoy; declarando además que todo gobernante o gobernado que la contraríe, de cualquier modo que sea, se coloca ipso facto y por sí mismo fuera de la ley.
Patriotismo
Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.
Mente sana en cuerpo sano.
Procuraré conservarme bueno, conservaré mi corazón y mi cabeza.
Patria libre
Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre, independiente y triunfante
Las ideas
Hay palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atencion y atraen nuestras simpatias hacia los seres que las pronuncian.
Providencialismo
Los providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.
Justicia.
E1 buen dominicano tiene hambre y sed de la justicia ha largo tiempo, y si el mundo se la negase, Dios que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado; y entonces, iay! de los que tuvieron oidos para oir y no oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron...;la Eternidad de nuestra idea! porque ellos habrán de oir y habrán de ver entonces lo que no hubieran querido oir ni ver jamas.
Los libertos.
En lo que no estan de acuerdo nuestros libertos es en lo del amo que quieren imponerle al pueblo.
Trabajo.
Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos. Trabajemos, trabajernos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la Justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.
Patriotismo
Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.
Aprovechar el tiempo
Aprovechemos el tiempo!.
Amistad.
Tienes amigos? Prepáralos, porque los días se acercan; procura que no se descarríen, pues va a sonar la hora de anularse para siempre, la hora tremenda del juicio de Dios, y el Providencial no será vengativo, pero si justiciero.
Enemigos de la Patria.
Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas; destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la Nación entera .
Los orcopolitas.
No somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por ambición y no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que ellos (los orcopolitas), son los hombres honrados y virtuosos pues han tenido la habilidad de hacerlo todo, hasta llamar al extranjero; muestra inequívoca de lo muy amado que serán por la justicia con que han procedido y procederán para con Dios y la patria y la libertad del dominicano.
La Ley.
Toda ley no declarada irrevocable es derogable y también reformable en el todo o en parte de ella. Toda ley no derogada clara y terminantemente, se considera vigente. La ley no puede tener, ni podrá jamás tener, efecto retroactivo. Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo a la ley vigente y anterior a su delito; ni podrá aplicársele en ningún caso otra pena que la establecida por las leyes y en la forma que ellas prescriban. Lo que la ley no prohibe, ninguna persona, sea o no sea autoridad, tiene derecho a prohibirlo. La ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades del individuo. Para la derogación de una ley se guardarán los mismos trámites y formalidades que para su formación se hubieren observado. La ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, asi los gobernados como los gobernantes..
Poder.
Ningun poder en la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco. Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca.
Soberanía
Toda ley supone una autoridad de donde emana, y la causa eficiente y radical de ésta es, por derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía.
La delación
Se prohibe recompensar al delator y al traidor, por más que agrade la traición y aún cuando haya justos motivos para agradecer la delación.
Filantropía.
La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen; sin olvidarse para con los extraños, a quienes también se les debe justicia de los deberes que impone la
filantropía.
Derechos y deberes La ley es la que da al gobernante el derecho de mandar e impone al gobernado la obligación de obedecer.
Autoridad ilegítima.
Toda autoridad no constituída con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la obligacidn de obedecerla.
La Nación.
La Nacion dominicana es la reunión de todos los dominicanos. La Nación dominicana es libre e independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante de ninguna otra Potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna propia ni mucho menos extraña.
Religión.
La religión predominante en el Estado deberá ser siempre la Católica, Apostólica, sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélica.
El proscripto
Arrojado de mi suelo natal por ese bando parri- cida que empezando por proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluído por vender al extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a todo trance, he arrastrado durante veinte años la vida nómada del proscripto.
Vuelta a la Patria.
Sonó la hora de la gran traición... y sonó también para mí la hora de la vuelta a la Patria: el Señor allanó mis caminos.
Perseverancia.
No he dejado ni dejaré de trabajar en favor de nuestra santa causa haciendo por ella, como siempre, mas de lo que puedo; y si no he hecho ahora todo lo que debo y he querido, quiero y querré hacer siempre en su obsequio, es porque nunca falta quien desbarate con los pies lo que yo hago con las manos.
Los traidores.
Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctima de sus maquinaciones.
Autoridad E1 Gobierno debe mostrarse justo y enérgico...o no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional.
Nacionalismo.
Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia extranjera o se hunde la isla.
Los proteccionistas.
En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo dominicano, logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo distinto de como es en realidad; esa fracción, o mejor diremos esa facción, es y será siempre todo, menos dominicana; así se la ve en nuestra historia, representante de todo partido antinacional y enemigo nato por tanto de todas nuestras revoluciones; y si no, véase ministeriales en tiempo de Boyer y luego rivieristas, y aun no habia sido el 27 de Febrero, cuando se le vió proteccionistas franceses y ms tarde anexionistas americanos y después españoles. Fe patriotica Ahora bién, si me pronuncié dominicano independiente desde el 16 de julio de 1838, cuando los nombre de Patria, Libertad Honor Nacional se hallaban proscriptos como palabras infames, y por ello merecí, en el año de 1843, ser perseguido a muerte por esa facción entonces haitiana, y por Riviére que la protegia, y a quien engañaron; si después, en el año de 1844 me pronuncié contra el Protectorado francés, decidido por esos facciosos, y cesión a esta Potencia de la Peninsula de Samaná mereciendo por ello todos los males que sobre mi han llovido; si después de veinte años de ausencia he vuelto espontaneamente a mi Patria a protestar con las armas en la mano contra la anexión a España llevada a cabo a despecho del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y patricida, no es de esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan solo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo nuestra Inde- pendencia Nacional y a cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del Pueblo Dominicano.
Causa de la Patria.
Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre sera la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.
La generación venidera.
El amor de la patria nos hizo contraer compro- misos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes.
Concordia.
Sensible a la honra que acabáis de hacerme, dispensándome vuestros sufragios para la primera Magistratura del Estado, nada me será más lisonjero que saber corresponder a ella llenando el hueco de vuestras esperanzas, no por la gloria que de ellos me resultaría, sino por la satisfacción de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión y armonía Ilenar vuestros destinos, cumpliendo religiosamente los deberes que habéis contraído para con DIOS, para con la PATRIA, para con la LIBERTAD y para con vosotros mismos.
Ser justos.
Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.
La Política.
La política no es una especulación; es la Ciencia más pura y la máas digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencia nobles.
El buen ejemplo.
Lo poco o mucho que hemos podido hacer o hiciéramos aún en obsequio de una Patria que nos es tan cara y tan digna de mejor suerte, no dejará de tener imitadores; y este consuelo nos acompañará en la tumba.
La juventud.
Seguid, jóvenes amigos, dulce esperanza de la patria mía, seguid con tesón y ardor en la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración. políhca, de nuestra independencia nacional, única garantia de las libertades patrias. Dios, Patria y Libertad Seguid, repito, y vuestra gloria no será mejor por cierto que la de aquellos que desde el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan santa empresa vajo el lema venerable de Dios, Patria y Libertad, que son los principios fundamentales de la República Dominicana.
Dominicanos y haitianos.
Entre los dominicanos y los haitianos no es posible una fusón. E1 pueblo haitiano Yo admiro al pueblo haitiano desde el momento en que, recogiendo las páginas de su historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra poderes excesivamente superiores y veo cómo los vence y como sale de la triste condición de esclavo para cons- tituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes, el amor a la libertad y el valor, pero los dominicanos que en tantas ocasiones han vertido gloriosamente su sangre, ¿lo habrán hecho solo para sellar la afrenta de que en premio de sus sacrificios le otorguen sus dominadores la gracia de besarles la mano?.
Proteccionismo.
Si los españoles tiene su monarquía española, y Francia la suya francesa; si hasta los haitianos han constituído la Republica Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos, ya a la Francia, ya a España, ya a los mismos haitianos, sin pensar en constituirse como los demas?.
Demagogia.
Nada hacemos con estar excitando al pueblo y conformamos con esa disposición, sin hacerla servir para un fín positivo, práctico y trascendental.
La Cruz.
No es la cruz el signo del padecimiento: es el símbolo de la redención.
Bien general Puesto que el Gobierno se estableoe para bién general de la asociación y de los asociados, el de la Nación Dominicana es y deberá ser siempre y antes de todo, propio y jamás ni nunca de imposición extraña, bien sea ésta directa, indirecta, próxima o remotamente; es y deberá ser siempre popular en cuanto a su origen; electivo en cuanto al modo de organizarle; representativo en cuanto a su esencia y responsable en cuanto a sus actos.
Justicia
Ninguno podra ser juzgado en causas civiles y criminales por ninguna comisión, sino por el Tribunal competente determinado con anterioridad.
Retorno a la Patria
Si he vuelto a mi patria después de tantos años de ausencia, ha sido para servirla con alma vida y corazón, siendo cual siempre fui, motivo de amor entre todos los verdaderos dominicanos y jamás piedra de escándalo, ni manzana de la discordia. Las espinas y abrojos que le tocó vivir a JUAN PABLO DUARTE no le impidían que la poesia se anidara en su alma sensible para mitificar su existencia de sufrimientos y angustias. He aqui dos de sus hermosas inspiraciones dignas de
figurar en el parnaso más distinguido.
Unidad de las razas Los blancos, morenos, cobrizos, cruzados, marchando serenos, unidos y osados, la Patria salvemos de viles tiranos, y al mundo mostremos que somos hermanos.


Medalla orden de Duarte (Feb 1931)
La Casa de Duarte
Tumba de los padres de la patria (Parque Independencia Santo Domingo, RD )

E1 Martirio


Por la Cruz, por la Patria y su gloriadenodados al campo marchemos:si nos niega el laurel la victoria,del martirio la palma alcancemos...El EsclavoE1 esclavo soporta su suerteAunque oprobia su triste vivir,Pero el libre prefiere la muerteA1 oprobio de tal existir.LA CARTERA DEL PROSCRITOCuan triste, largo y cansado,cuan angustioso camino,señala el Ente divinoal infeliz desterrado.Ir por e1 mundo perdidoa merecer su piedad,en profunda oscuridadel horizonte sumido.Que triste es verlo pasartan apacible y sereno,y saber que allí en su senoes la mansión del pesar.EI suelo dejar queridode nuestra infancia testigo,sin columbrar a un amigode quien decir me despido.Pues cuando en la tempestadse ve perder la esperanza,estréllase en la mudanzala nave de la amistad.Y andar, andar errabundo,sin encontrar del caminoel triste fin que el destinole depare aquí en el mundo.
Y recordar y gemirpor no mirar a su lado,algún objeto adoradoa quien ¿ te acúerdas? decir.Llegar a tierra extranjerasin idea alguna ilusoria,sin porvenir y sin gloria,sin penares ni bandera.SUPLICASSi amorosos me vieran tus ojosacabarían mis penas en bien,pues quitaras asi de mi siénla corona que ciñe de abrojos.Y a mi pecho volvieras la calmaque otro tiempo gozó placentero,y hoy le niega el destino severoinsensible a las penas del alma.No le imites, señora, te ruego,no te cause placer mi amargura,y al mirar mi acendrada ternurano me tomes como él el sosiego.Que no en vano se postra mi amora los pies de Ia esquiva beldad;No me digas !oh no! por piedadque me tienes tambien en horror.pues es tal de este amor la vehemencia,que no obstante el rigor de mi suerte,yo he jurado por siempre quererte. . .a pesar de tu cruda inclemencia.

Cesar A. Bido P.9/5/2000Republica Dominicana
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JUAN PABLO DUARTE
BIOGRAFIA 2

El más noble ejemplo a seguir por todos los que nos sentimos ser verdaderos dominicanos, como él. Nace casi nueve años antes de la ocupación haitiana a territorio dominicano. Viene al mundo el 26 de enero de 1813 y la ocupación se produce en 1822.
Como era apenas un niño a cumplir nueve años de edad, y por proceder de una familia que se podía llamar económicamente holgada, para él debió resultar contraproducente que, de buenas a primeras, lo que conocía como “su país” se convirtiera en “otro País”. Sin descontar los constantes traslados de posesión que se verificaban con gran frecuencia entre España y Francia, en virtud de los tratados que se firmaban. Cuando los haitianos ocuparon la parte este de la isla, proclamaron la unificación total, y la denominaron Haití en su totalidad.
Su madre, doña Manuela Diez se ocupaba de educar a sus hijos (Juan Pablo era el quinto de sus doce hijos) y se dice en los escrito sobre su persona, que por la gran inteligencia que poseía, con apenas siete años de edad, se sabía y recitaba el catecismo de memoria. De esto se desprende su profunda vocación cristiana.
Todo se tornó harto difícil, incluyendo la educación, y siendo un adolescente sufrió lo que podríamos llamar “su primer exilio”, cuando sus padres deciden enviarlo fuera del país si querían que alcanzar un grado de instrucción que no iba a lograr internamente. Aprovecharon un viaje de un amigo comerciante de origen español llamado Pablo Pujols, y lo envían con él a la ciudad de Nueva Cork, en Estados Unidos, además del continente europeo. En ese periplo por Europa, conoció ciudades muy importantes, tales como: Barcelona, París, Londres y Hamburgo. En ese entonces no había cumplido los dieciocho años de edad. Parte de su acervo al regreso fue hablar y escribir varios idiomas, tales como francés, alemán, portugués, inglés y latín, que junto al dominio del español le permitían dominar seis idiomas.
Una pregunta anecdótica: Yendo en el barco, un miembro de la tripulación le preguntó por nacionalidad, contestando “soy dominicano”; el tripulante le replicó expresando que él “eres haitiano”. Es lógico pensar que fue herido en su orgullo propio y patriotismo, por lo que sus deseos, tal vez ya decisión tomada, de libertar a su pueblo, debieron verse acrecentados y reafirmados.
Cuando Juan Pablo Duarte realiza ese su primer periplo, corre el siglo XIX, por lo que han transcurrido varios centenares de años desde la Revolución Industrial y el nacimiento de las libertades en el continente europeo y los Estados Unidos. Es decir, que respiraba, por doquier que pasaba, aires de libertad que debieron contrastar significativamente con lo que conocía hasta ese momento. Sobre todo, debió parecerle maravilloso el esquema de respeto a los derechos individuales y colectivos, que se arraigaban con el paso de los días.
Un lustro posterior a su partida, regresó a territorio dominicano en el año 1833 y de inmediato comenzó a contactar a sus antiguos amigos y compañeros, dando inicio a una campaña de concientización que encontró el suficiente eco que la llevaría a feliz culminación. De manera pormenorizada fue hablando con cada uno de ellos, enfatizando sobre la obligación que se tenía con el país para desalojar a los haitianos que de manera irracional conculcaban las libertades de los habitantes de la parte este de la isla.
Las febriles actividades de Juan Pablo Duarte, todas calculadas con la frialdad de un fino político, lo condujeron a participar en el derrocamiento de Boyer, hecho ocurrido en el año 1843. Una ves puesto al descubierto, el día 2 de agosto de ese mismo año sufre su segundo destierro, pero a diferencia del primero, este no fue para estudiar y cultivarse, sino para escapar a la fiera persecución a la que fue sometido.
Junto a varios de los trinitarios, abandona el país, mientras otros también perseguidos buscan refugios para escapar de la encarnizada cacería que contra ellos se había desatado.
No obstante estar aparentemente separados, los trabajos en pro de la independencia no se detuvieron, y al paso del tiempo, casi siete meses después de su salida, se dio el grito de independencia, el 27 de febrero de 1844 en horas de la noche. Con el nacimiento de un nuevo día, también nació una nueva nación bautizada desde seis años antes con el nombre de República Dominicana.
Los haitianos quisieron continuar aferrados a lo que equivocadamente creían les pertenecía, pero luego de varias batallas, casi todas encarnizadas, los dominicanos logramos extirpar de nuestro seno ese cáncer que permaneció aquejándonos durante 22 largos años.
Luego de proclamada la República, el gobierno que se estableció envió por Duarte, establecido en la isla de Saint Thomas, recibiendo a su llegada los honores de héroe nacional, siendo designado general del ejército. Lamentablemente aparecieron desavenencias de algunos dirigentes que entraron en desacuerdo con el Padre de la Patria, imponiéndose la peor parte, porque tanto Duarte como algunos de sus seguidores fueron deportados por Pedro Santana y Tomás Bobadilla. Esta mala pasada terminaría con la anexión de la República Dominicana a España en el año 1861, cuyo artífice fue Pedro Santana.
La lucha entonces se inició contra un elemento foráneo que se creía amo y señor de este país. La lucha era contra un adversario de mayor poder que el anterior que nos ocupó por 22 años. En el año 1863 se proclama la Restauración de la República, por un grupo de buenos dominicanos, a cuya cabeza se encontraba el general Gregorio Luperón. De esta hablaremos en otro apartado.
En el año 1864 se produjo el retorno a la Patria de Juan Pablo Duarte, integrándose a las luchas que se libraban en contra de Pedro Santana y sus acólitos, para evitar caer de nuevo en manos foráneas. Este proceso se conoce en los corrillos de la historia como la Gesta de la Restauración.Dados los procesos independentistas que se desarrollaban en Sur América, se pensó en que Duarte sería el mejor emisario para buscar apoyo internacional para los revolucionarios restauradores dominicanos. Lo enviaron a buscar ese apoyo, siendo su labor de extraordinario valor, pero se radicó en Venezuela, donde contrajo una enfermedad que lo postró, muriendo lejos de la Patria de sus sueños, el 15 de julio de 1876.Junto a Francisco del Rosario Sánchez y a Ramón Matías Mella se le conoce como los Padres de la Patria.
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Los Padres de la Patria
El hecho de que República Dominicana posea tres Padres de la Patria: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, es fruto de una negociación en uno de los gobiernos de Ulises Hereaux, luego de que diferentes sectores, integrados por seguidores y familiares de esos patriotas, se disputaran la primacía de uno u otro durante la gesta libertaria. En relación a este tema, presentamos el siguiente trabajo.
¿Uno o varios Padres de la Patria?
Dr. Julio Genaro Campillo Pérez
Resumido del Prólogo al libro El Mito de los Padres de la Patria, de J.I. Jiménez Grullón.
El dominicano desde su niñez comienza a familiarse entre otras originales costumbres, con la tradicional doctrina del número tres. Así en el hogar aprende la existencia de los "tres Reyes Magos": Gaspar, Melchor y Baltazar; en la iglesia, "las tres divinas personas": Padre, Hijo y Espíritu Santo; en la escuela, "los tres Padres de la Patria": Duarte; Sánchez y Mella. Luego seguirá conociendo: las tres regiones naturales que componen el país: Cibao, Sur y Este; los tres colores de la bandera nacional: azul, rojo y blanco; las tres divisas del lema nacional: Dios, Patria y Libertad; las tres grandes cordilleras: Septentrional, Central y Meridional; los tres grandes dominios fluviales: Yaque del Norte, Yuna y Yaque del Sur; la base triple de tres miembros cada uno que constituían la sociedad patriótica "La Trinitaria" y muchísimos otros "tres".
En tales circunstancias, resulta un poco extraño que haya personas que aboguen por la desaparición de los tres Padres de la Patria, como lo propugnó Jiménez Grullón, al considerar a dicha tríada como "mito con raíces espúreas". Cierto es, que el tiempo y la investigación han venido lentamente socavando semejante tríada, al extremo que no resulta aventurado afirmar que la tendencia natural que hoy se manifiesta finalizará en un no muy lejano día con una exterminación de esa tradición. Espontáneamente, sin deliberación previa, en círculos oficiales y privados, se va imponiendo, pese a algunos de sus detractores, una figura central y superior, la figura de Juan Pablo Duarte.
En nuestras múltiples conversaciones y contactos con personas amantes de los estudios históricos, no importa su edad o escuela, hemos podido apreciar la existencia con fuerza de golpeante realidad, sin apasionamientos ni prejuicios, de un sentimiento generalizado y abrumador que proclama a Duarte como el único y verdadero Padre de la Patria. Y no hay que dudar que esa corriente mayoritaria sea la causa de que, a medida que pasa el tiempo, se vayan multiplicando los homenajes y conmemoraciones duartianas, y en cambio, se vayan reduciendo los mismos tributos en favor de Sánchez y de Mella.
Tal consenso no es mero capricho, soberbia inútil o ciega obstinación. Es el fruto de la investigación serena y el estudio desapasionado. Cuando se busca el origen de nuestra nacionalidad y el ideal que la sustentó, cuando se busca la fé prodigiosa que necesitó esa nacionalidad para poder subsistir en una época en la cual se dudaba tanto de ella, se encuentra uno, quiéralo o no, frente a frente, con Juan Pablo Duarte. ¿No es pues aquí donde debe residir la paternidad de la Patria? Porque de ese mismo pensamiento tenaz, de esa misma esperanza invencible, saldrían las posteriores ejecutorias, como fueron la obra inicial del 27 de Febrero y las gloriosas acciones reafirmadoras del 19 de Marzo y del 30 de Marzo. Como lo serían con el correr del tiempo, las batallas de Las Carreras, Santomé, Beller, Sabana Larga; la Restauración Nacional, el rechazo de los proyectos anexionistas de Báez y la resistencia a las ocupaciones norteamericanas de 1916-1924 y de 1965, así .como todos los demás gestos y acciones nacionalistas que registra nuestra historia. No importa que haya presencia física, porque la presencia física desaparece en unas cuantas décadas de vida terrenal, mientras que la Patria dura centurias y más centurias. Lo que importa es la proyección a través del tiempo del ideal nacionalista, ése que mantiene en todo momento la soberanía, la independencia y la dignidad de la República. El fundador, el creador de ese ideal que mantiene la vigencia y la realidad de la Patria, es indudablemente el Padre.
Si la presencia de Sánchez y de Mella en la Puerta del Conde es uno de los factores más importantes que se han tomado en cuenta para proclamarlos Padres de la Patria, entonces tendremos que ha habido notoria injusticia con respecto a otros próceres dominicanos. Entonces Padres de la Patria serían Santana por el 19 de Marzo, Imbert y Valerio por el 30 de Marzo; Bobadilla, Báez y Valencia por haber organizado políticamente el Estado Dominicano y así sucesivamente muchos otros pioneros de los primeros días de vida republicana. Porque sin todos esos acontecimientos que se sumaron a su causa, el 27 de Febrero hubiera perecido en su cuna.
En el terreno mortal la primacía de Duarte es reconocida por sus propios contemporáneos. En la gloria y en la adversidad.
En la gloria:
Presidente y fundador de la sociedad La Trinitaria, 16 de Julio de 1838;
Jefe del Partido liberal y nacionalista "Duartista" o "filorio";
Proclamada la República es inmediatamente solicitado mediante embajada especial para que regrese a la Patria, 2 de Marzo de 1844;
Saludado como Padre de la Patria por el Arzobispo Portes, 15 de Marzo de 1844;
Comandante en Jefe del Ejército propuesto por la oficialidad castrense de Santo Domingo, 31 de Mayo de 1844;
Proclamado Presidente de la República por Mella, Julio 1844.
En la adversidad:
El más tenazmente perseguido por el Presidente [haitiano] Herard, Julio 1843;
Sus ideales considerados como "aspiraciones criminales de Juan Pablo Duarte y consortes", en proclama de Santana, Julio 1844;
Llamado "el anarquista Duarte" y su obra juzgada como "proyecto elaborado de antemano por el General Duarte y sus partidarios tendiente a sustituir el pabellón dominicano con la bandera de Colombia", en Proclama del General Pedro Santana, 28 de Julio de 1844;
Declarado en primer lugar, seguido por Mella y Sánchez, como "traidor e infiel a la Patria y como tal indigno de los empleos y cargos que ejercía", por sentencia de la Junta Central Gubernativa, del 22 de Julio de 1844;
Tachado de "joven inexperto, que lejos de haber servido a su país, jamás ha hecho otra cosa que comprometer su seguridad y libertades" por Tomás Bobadilla en su discurso inaugural del Soberano Congreso Constituyente de San Cristóbal;
Su familia es la única del grupo trinitario que es deportada por Santana, 3 Marzo 1845.
Algunas tradiciones señalan que en Julio de 1843, Sánchez pudo escapar de las persecuciones del Presidente Herard y así quedarse en el país, porque estando enfermo se simuló su fallecimiento y su sepelio en el cementerio de la Iglesia del Carmen de la ciudad de Santo Domingo. ¿Podría haberse podido aplicar el mismo sistema para esconder a Juan Pablo Duarte? ¿No hubiera la autoridad haitiana realizado una investigación a fondo del caso, para cerciorarse de la verdad de esa muerte? Creemos que la importancia de Duarte lo ameritaba y que los invasores hubieran podido comprobar la falsedad del truco.
Duarte es líder y apóstol, pero jamás caudillo, Líder del Partido nacionalista, trinitario o duartista. Apóstol de la Independencia y de la libertad dominicana. Lo único que no quiso ser fue Caudillo, la postura más práctica en estos medios en desarrollo para adquirir el mando e intervenir con éxito en la política interna de un país. Por eso no triunfó materialmente ni fué gobernante ni jefe de facción. Su alta moralidad se lo prohibía. Su combatividad no estaba en la guerra fratricida ni en la lucha de partidos, ni en golpes militares, sino que se mostraba solamente, frente al extranjero invasor y a los anti-dominicanos. Después de todo, esa actitud era la que correspondía a un Padre, como lo era él, al no intervenir en las reyertas intestinas de sus hijos. Pero aunque no fué Caudillo tampoco quiso ser segundón de Santana o de Báez, como lo fueron muchos trinitarios y "comunicados". Prefirió el ostracismo antes que servirle a la línea entreguista y colonialista de estos dos mandones.
La crítica histórica no puede tomar como "vara de medir" la vida y el ejemplo de Duarte para señalar la estatura de los demás prohombres de nuestro acontecer. En Duarte hay un renunciación a lo material, una línea invariable al ideal nacionalista, una postura mística, que agregan a su figura patricia elementos conducentes a consagrar una santidad. Es uno de los libertadores de América más inmaculados y menos ambiciosos. No será un notable intelectual, ni una espada famosa, ni un avezado político, dones que no estarán muy a su alcance. Pero en dimensiones morales, en tenacidad, en labor de propaganda y de conquista proselitista, tiene méritos sobresalientes que lo hacen en esos campos una estrella de primera magnitud.
Si tomáramos las medidas duartianas como ha hecho Jiménez Grullón para enfocar los procederes de Sánchez y de Mella, tenemos que convenir en que habrá fallos y caídas en relación a la línea vertical que se ha empleado como modelo. Aparecerán entonces las infidencias, las inconsecuencias, las "traiciones" en el lenguaje agudo y analítico de Jiménez Grullón. Pero si en cambio, estudiáramos a fondo el medio y las circunstancias que rodearon a estos hombres, tendremos que ser más benignos y hasta más justos, para decir la última palabra sobre ellos.
En un país donde siempre ha brillado la intolerancia de las ideas políticas opuestas, en una época donde había triunfado la idea protectoralista o anexionista, en unos gobiernos en manos de los grandes terratenientes como Santana y Báez, una clase superior a la de los pequeños burgueses como Duarte, Pina y Pérez, sólo se podía mantener una postura inflexible en el exilio, como lo hizo Duarte.
Sánchez y Mella a través de sus actuaciones demostraron no tener las dimensiones idealistas de su maestro como tampoco cualidades de líderes o dirigentes políticos. Ellos parece que preferían vivir en su patria, cumpliendo con sus deberes de padres de familia y al lado de los suyos, que permanecían en Santo Domingo no como los de Duarte, expulsados en Venezuela. En estas circunstancias tuvieron que plegarse a Santana y a Báez para así poder disfrutar de una relativa tranquilidad para sus vidas y seguridad para sus haciendas, como para las de sus parientes, por lo menos en forma temporal, ya que también hubo más de una ocasión en que tuvieron que tomar forzosamente el camino del destierro. Pero no obstante tales hechos, ambos murieron en "olor de santidad”...
Ambos murieron ofrendando sus vidas a la causa nacionalista, reivindicando sus viejos nombres de patriotas. Sánchez en un cadalso, despiadadamente fusilado. Mella, víctima de cruel enfermedad corno consecuencia de su participación en la guerra restauradora. El balance de ambos es positivo, muy superior a muchos otros de sus contemporáneos. Por eso, si no pueden estar en las elevadas alturas de Padres de la Patria, hay que reconocer en ellos proceridad ...
De j. marcano
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Francisco del Rosario Sánchez



Nació el 9 de marzo de 1817, durante los últimos años del período colonial conocido como la "España Boba". Fue el primer hijo de la unión de Narciso Sánchez, hombre trabajador e inteligente, tablajero de profesión y Olaya del Rosario de Belén, ambos personas de color. En el acta bautismal de Olaya del Rosario aparece como "parda libre", lo que implica su ascendencia africana. Cuando se unió a Narciso ya era madre de un hijo a quien su compañero le dio su apellido. Francisco nació antes de que sus padres contrajeran matrimonio. Tanto Narciso como Olaya se preocuparon por la educación de sus hijos aunque, sólo Francisco logró destacarse y ya a los veinte años era un hombre de sólida formación intelectual que se hacia notar entre la juventud de su época. No se conoce cuando comenzó su relación con Juan Pablo Duarte pero el hecho de que no figuró entre los fundadores de la sociedad secreta "La Trinitaria" en 1838, hace pensar que se conocieron después de esa fecha. De todas formas, al ampliarse los trabajos de esa organización patriótica Sánchez se convirtió en un Trinitario en quien Duarte confiaba plenamente. Sánchez se entregó en cuerpo y alma a la causa independentista, participando activamente en cuantas actividades reclamaban su apoyo y su presencia. Al desatarse la insurrección la noche del 27 de febrero de 1844, Sánchez pudo salir del escondite donde permanecía para burlar la persecución a que estaba sometido e hizo acto de presencia en la Puerta del Conde, entusiasmando a los conjurados con una ardorosa arenga. El 28 y bajo la presidencia de Tomás Bobadilla, integró una Junta de Gobierno compuesta además por Joaquín Puello, Remigio del Castillo, Manuel Jiménez y Matías Ramón Mella. El 8 de marzo, esta junta se dirigió al Cónsul francés, ofreciéndole a Francia, a cambio de ayuda, la península y la bahía de Samaná. Sánchez firmó la carta. Se establecieron claramente dos tendencias políticas. De un lado se encontraban los proteccionistas o conservadores que contaban con la simpatía del Cónsul francés y el apoyo de Pedro Santana, y por el otro, estaban los independentistas radicales, con Duarte a la cabeza. Cuando Matías Ramón Mella lanzó en el Cibao la candidatura de Juan Pablo Duarte para la presidencia de la República, Sánchez se opuso, considerándolo inoportuno. Esto casi coincidió con la marcha de Pedro Santana al frente de sus tropas hacia la capital de la recién nacida Republica, con el fin de asumir el mando político. Logró su propósito y creó una nueva Junta que el 22 de agosto declaró a Duarte, Pina, Juan Isidro Pérez y Francisco del Rosario Sánchez, entre otros, traidores a la Patria, condenándolos al destierro. Así se impuso la tendencia proteccionista. Sánchez regresó al país acogiéndose a la amnistía de los expatriados durante la administración de Manuel Jiménes y tras surgir Buenaventura Báez como presidente, se vinculo a él. Tras el derrocamiento de Báez por Pedro Santana, Sánchez se puso a su servicio, olvidando que había ordenado el fusilamiento de su tía María Trinidad Sánchez y de su hermano Andrés. En 1855 Sánchez da un nuevo viraje y se coloca a favor de Báez, cuando éste alcanzó por segunda vez la presidencia de la República. En 1857 nuevamente se relaciona con Santana, aunque por breve tiempo. Cuando Santana produjo la anexión del país a España, Sánchez condenó la acción y se lanzó una vez más a la lucha armada para evitar la consumación del propósito. Invadió la República por la zona fronteriza sureña pero víctima de una traición, fue hecho prisionero por las tropas de Santana y juzgado en San Juan de la Maguana por un Consejo de Guerra. Pidió que su defensa estuviese en manos de oficiales españoles pero no fue complacido. Tuvo la entereza de asumir la responsabilidad total de los acontecimientos. Fue condenado a muerte y, herido como se encontraba e imposibilitado para caminar, Sánchez fue llevado en silla de manos al lugar de la ejecución, demostrando hasta el momento de morir un gran valor. El cumplimiento de la sentencia estuvo a cargo del general Abad Alfau Sánchez. Fue ejecutado el 4 de julio de 1861. La vida de Sánchez puede ser dividida en tres periodos: el pre-independentista donde se destacó como un discípulo de Duarte, abrazando el nacionalismo integral y el liberalismo de su maestro; el de la primera república, donde dio la espalda a estos principios dando muestras de inconsecuencia política puesto que sirvió tanto a Báez como a Santana, a sabiendas de que ambos perseguían el coloniaje, y por último cuando vuelve por sus viejos lauros para morir como un héroe en la defensa del ideal patrio. Es claro que, aunque cometió graves errores en diferentes momentos, su destino final lavó el recuerdo de una gran parte de ellos.


CORTESIA DE TERRA.COM




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Matías Ramón Mella


Nació el 25 de febrero de 1816, fruto de la unión matrimonial de Antonio Mella Alvarez y Francisca Castillo Alvarez. No existe documentación informativa sobre los centros donde cursó sus estudios durante las dos primeras décadas de su existencia pero, lo cierto es que llegó a poseer una amplia instrucción que lo capacitó para el desempeño de muchos menesteres. Contrajo matrimonio con María Josefa de Brea, perteneciente a una familia burguesa importante, aunque ninguno de los dos aportó grandes bienes al matrimonio, según hace constar en el testamento fechado 5 de mayo de 1859. Fue ya casado, cuando al parecer adquirió sus bienes y propiedades, parte de ellos por vía hereditaria tras el fallecimiento de su padre en febrero de 1837.A su clara inteligencia y una admirable organización mental, unía un intrépido carácter, osado y valeroso, una particular intuición para la estrategia bélica, y dotes diplomáticas. Dominaba el francés.No se sabe tampoco cuando conoció a Juan Pablo Duarte pero, fundada la Sociedad Secreta "La Trinitaria", se adhirió a ella en calidad de "comunicado" , junto a Francisco del Rosario Sánchez y Félix María Del Monte. Duarte vio en Mella un discípulo de condiciones excepcionales y lo designó para substituir a Juan Nepomuceno Ravelo cuando éste fracasó en las gestiones que le encomendara, de llegar a un acuerdo con los dirigentes haitianos cuando se organizaba el movimiento de la Reforma (paso previo para alcanzar la independencia). Mella alcanzó un éxito total.Al estallar la rebelión independentista la noche del 27 de febrero de 1844, Mella dispara su famoso trabucazo en la Puerta de la Misericordia, partiendo desde allí los conjurados hacia la Puerta del Conde, donde es proclamada la República e izada la Bandera Dominicana.Cuando el general Pedro Santana en sus afanes colonialistas desata la persecución a los seguidores del ideario Duartiano, Mella es apresado y desterrado. Volvió al país en 1848 amparado por la Amnistía decretada por el Presidente Manuel Jiménez. Cuando Faustino Soulouque invade el país, Mella se incorporó al Ejército, destacándose en la famosa Batalla de Las Carreras, tras la cual hace las paces con Santana, a pesar de que lo había apresado y deportado anteriormente. Por un tiempo Mella pareció olvidarse de los ideales duartianos y desempeñó varios cargos entre los cuales se encontró la presentación a España de la alternativa entre el protectorado del país o el reconocimiento de su independencia. Sin embargo, arrepentido de su actuación, cuando en 1860 tiene noticias de los planes de Santana para proponer la anexión de la República a España se disgustó con él, oponiéndose rotundamente al proyecto, siendo nuevamente encarcelado y 72 días más tarde deportado una vez más.Días antes de desatarse la epopeya Restauradora retorna a Santo Domingo, sumamente enfermo, razón por la cual se le permitió desembarcar y tan pronto se dio el grito de Capotillo, partió hacia San Francisco de Macorís para integrarse a las luchas del pueblo en armas. El 17 de marzo de 1864 fue electo Vicepresidente de la República, ya en las proximidades de su muerte que habría de producirse el 4 de junio de ese año en la ciudad de Santiago, semidestruida por un incendio. Antes de morir tuvo la alegría de abrazar a Duarte nuevamente, su viejo maestro, cuyas prédicas había vuelto a obedecer. Pidió que lo enterraran envuelto en la Bandera Nacional y, así se hizo.